Algunas investigaciones habían descubierto que los cigarrillos electrónicos emiten sustancias tóxicas, y un nuevo estudio del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de California ha identificado la fuente de estas emisiones. También ha señalado que factores como la temperatura, el tipo y la antigüedad del dispositivo tienen un papel destacado en los niveles de emisión, lo que podría servir a los fabricantes y los legisladores para minimizar los impactos sanitarios de estos aparatos.
El estudio, publicado en Environmental Science & Technology, descubrió que la descomposición térmica del propilenglicol y la glicerina, dos disolventes que se encuentran en la mayoría de los líquidos vaporizados por los cigarrillos electrónicos, provoca emisiones de químicos tóxicos como la acroleína o el formaldehído.
"Los defensores de los cigarrillos electrónicos dicen que las emisiones son mucho menores que en los cigarrillos convencionales, así que estás mejor usando los electrónicos. Yo diría que eso puede ser cierto para algunos usuarios, pero el problema es que eso no significa que sean saludables. Los cigarros convencionales son muy insanos", afirma Hugo Destaillats, autor del estudio.
En el artículo Emissions from electronic cigarettes: Key Parameters affecting the release of harmful chemicals, Destaillats y su equipo simularon 'vapeos' usando tres tipos de líquidos en dos tipos de vaporizadores operados a distintas configuraciones de batería. Los dos cigarros electrónicos eran muy diferentes. Los científicos utilizaron cromatografía líquida y de gases para determinar qué había en el vapor.
No todas las caladas son iguales
Una de las conclusiones fue que la primera y la última calada producen emisiones muy diferentes. Para ello utilizaron un simulador de caladas, descubriendo que la temperatura del vapor aumentaba progresivamente hasta que se estabilizaba a los 5 o 10 minutos de 'vapeo'.
Una de las conclusiones fue que la primera y la última calada producen emisiones muy diferentes. Para ello utilizaron un simulador de caladas, descubriendo que la temperatura del vapor aumentaba progresivamente hasta que se estabilizaba a los 5 o 10 minutos de 'vapeo'.
Correspondientemente, los niveles de emisión entre las primeras caladas y las finales, ya con una temperatura estable, llegaron a multiplicarse por 10 en algunos casos, dependiendo del dispositivo, el voltaje de la batería y el líquido.
Por otro lado, para comprobar los efectos del envejecimiento del aparato, los investigadores utilizaron el mismo cigarrillo electrónico durante nueve ciclos consecutivos sin limpiarlo. Una vez más, las emisiones de formaldehído, acetaldehído, y acroleína aumentaron con el uso, hasta un 60 por ciento en algunos casos. Los científicos también comprobaron que, a mayor voltaje del dispositivo, mayor era la temperatura del vapor, aunque eso "no significa que los cigarrillos electrónicos sean seguros de usar a temperaturas menores", advierten.
Dos nuevos carcinógenos detectados
Los investigadores analizaron el vapor de los cigarrillos electrónicos y encontraron hasta 31 componentes químicos tóxicos incluyendo dos que nunca habían se habían encontrado en ese vapor: el óxido de propileno y glicidol, ambos, probablemente, carcinógenos.
Los investigadores analizaron el vapor de los cigarrillos electrónicos y encontraron hasta 31 componentes químicos tóxicos incluyendo dos que nunca habían se habían encontrado en ese vapor: el óxido de propileno y glicidol, ambos, probablemente, carcinógenos.
"Entender cómo se forman estos componentes es muy importante. Una razón es con objetivos regulatorios, y el otro es que, si quieres producir un cigarrillo electrónico menos dañino, tienes que entender cuáles son las principales fuentes de estos carcinógenos", declaró Destaillats.
Fuente: www.diariomedico.com
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